Pan con tomate

No imagináis cómo se ha puesto de moda el pan con tomate aquí en Madrid, lo cual es una alegría porque hace años cuando salías de Cataluña y pedías pan con tomate te miraban igual que si vinieras de Marte.

Lo único “raro” de todo esto es que han hecho su propia versión. Me duelen los ojos de ir por ahí y ver escrito en las pizarras de los bares o en las cartas Pan tumaca, así cómo lo veis y se quedan tan anchos. Ya cuando lo verbalizan me rechina en los oídos cual tortura china.

Para el que tenga un gran interés en aprender idiomas y para despejar todas las dudas, se escribe en catalán: Pa amb tomàquet, pero vamos que en Cataluña cuando se dice en castellano, quien lo dicen en castellano, cuando se escribe en castellano, es: Pan con tomate, así tan sencillito…

Otro de los inconvenientes es que desafortunadamente sólo se oferta en los desayunos y lo sirven rallado en un cuenco, en el mejor de los casos, porque he llegado a verlo de lata, lo que ya resulta inadmisible. Se ponen una buena capa de tomate de un dedo de grosor y listos. Lo más sorprendente es que se lo comen sólo, sin un poquito de jamón, ni de queso, ni fuet, ni nada de nada (sí habéis leído bien, porque ¡¡¡¡no sólo ponemos tomate para comer jamón!!!!).

Normalmente se corta el tomate por la mitad y se unta en el pan, es cierto que los tomates ya no son lo que eran y por aprovecharlos más, todos los hemos rallado alguna vez, pero cuando untas con ese tomate rallado, quitas el exceso y no dejas una gran capa para que el pan no absorba agua. ¡No olvidar un excelente aceite de oliva! Se suele servir con diferentes tipos de embutidos, quesos, jamón, incluso con tortilla de patatas es una delicia y es el protagonista de muchas cenas catalanas.

Y para finalizar, un bocadillo no es lo mismo sin pan con tomate (desgraciadamente aquí todavía no los ofertan), da igual de lo que sea: jamón, ternera, lomo, bacon, embutido, etc. Bocadillo, frío o caliente, da igual, soy incapaz de comerme un bocadillo sin tomate, el queso ahí entre el pan, tan seco… Aunque hay una excepción, que me han enseñado en Madrid de la que hablaré en otro post 😉

Al que no lo haya probado, le animo a hacerse un bocadillo con pan con tomate, pero advierto: ¡engancha!

Raquel

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